Richmal Crompton Lamburn nació en Lancashire (Inglaterra) en 1890 y murió en Hampshire (Inglaterra) en 1969. Creció en el seno de una familia protestante y cursó estudios de Lenguas Clásicas en el Royal Holloway College en Londres. Fue miembro del movimiento sufragista y se dedicó a la enseñanza de griego y latín. A sus treinta y tres años de edad, la poliomielitis la obligó a abandonar la docencia, la forzó a guardar cama por un largo periodo, la condenó a caminar sosteniéndose en un bastón por el resto de su vida; pero, también, la arrojó a dedicarse por completo a su otra gran pasión: la escritura literaria.
En 1919, Crompton publicó, en la revista Home Magazine, el primer relato que tiene como protagonista a un chiquillo pícaro y pecoso. En 1922 se publicó la recopilación de estos relatos cortos con el nombre de Just William o Las travesuras de Guillermo, libro que marca el inicio de una saga constituida por treinta y ocho entregas. El éxito fue inmediato y, a partir de este momento, su vida literaria dio un giro inesperado. Guillermo Brown se convirtió rápidamente en el héroe de miles de niños ingleses. Esta conquista que fue igualada o superada en España, donde Guillermo llegó en la década del cincuenta del siglo XX gracias a la editorial Molino. A pesar de la censura franquista, dicha editorial publicó varios volúmenes de la saga acompañados por las ilustraciones de Thomas Henry.
Pero, ¿quién es Guillermo y a qué se debe su éxito? Guillermo es un chiquillo inglés cuya familia pertenece a la clase media rural inglesa. A sus cortos once años hace gala de un carácter independiente, desenfadado, rebelde y anárquico. Es muy dado a la aventura y casi siempre hace lo que le viene en gana, aunque no siempre le vaya muy bien. Estas características no le impiden ser, también, bueno, ingenuo y generoso. Sueña con ser un héroe para socorrer a los más necesitados y luchar contra las injusticias del mundo. Conforme a este deseo, funda su pandilla, “Los Proscritos”, compuesta por Pelirrojo, Douglas y Enrique. Engrosan sus filas, en algunas aventuras, Juanita y Jumble, el perro del jefe de esta banda.
Todo héroe que se precie de serlo tiene enemigos. Para Guillermo Brown, sus mayores enemigos son los adultos, el colegio, las instancias religiosas y todas aquellas que pretendan cercenarle la posibilidad de la aventura. Pero, de entre todos, su enemigo más acérrimo es Humberto Lane, un niño extremadamente bien portado, rico y pretencioso.
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Cada uno de los volúmenes de la saga contiene varias historias que pueden leerse en forma independiente, pero el hilo que las une, aparte del protagonista, es la narrativa marcada por la trasgresión, la ironía y la sátira que arremete contra todas las convenciones de aquella sociedad inglesa. Los personajes suelen detentar, como defectos, estas formas conventuales que Guillermo desafía y vulnera, sobre todo, con su fresco y afilado lenguaje, el mismo que es la manifestación de sus reflexiones a partir de lo que escucha y observa en su entorno. Otro mecanismo de humor está dado por el sentido literal en que Guillermo comprende ciertas frases, palabras o situaciones, dando lugar a un sinnúmero de disparatados juegos dialógicos.
Así, en el capítulo “Guillermo y los elefantes blancos”, la madre de Guillermo le pide hacerse cargo del puesto del bazar que próximamente se instalará en el pueblo. Esta petición deja de ser un fastidio cuando su madre le dice que el puesto será de “elefantes blancos”. Su padre le recomienda que tenga cuidado con estos porque son animales muy delicados. Guillermo no entiende el significado de esa locución verbal. Entonces, presa del entusiasmo, se reúne con Los Proscritos y les comenta:
– Va a haber elefantes blancos en el bazar- dijo como si no diese importancia a la cosa-, con que yo voy a cuidarlos.
– ¡Elefantes blancos! –exclamó Pelirrojo-. Y… ¿qué van a hacer allí?
– Pues andar de un lado para otro, para que monte en ellos la gente, como en el parque zoológico, y comer bollos y todo eso. Yo tengo que alimentarlos.
– Nunca los he visto blancos –aseguró Enrique.
– ¿No? Pues son lo mismo que los negros, solo que son blancos. Salen de los sitios fríos, como los osos polares.
Los Proscritos estaban vivamente impresionados.
– ¿Cuándo llegan? –preguntaron.
Guillermo vaciló. Su orgullo no le permitió reconocer que no lo sabía.
– Oh…, vendrán por tren un poco antes de que se abra el bazar. Yo saldré a esperarlos y los llevaré al bazar. Dicen que son feroces, pero apuesto a que no intentarán ser feroces conmigo. Apuesto a que soy capaz de manejar cualquier elefante.
Los otros le miraron con profundo respeto.
– Me dejarás ayudarte con ellos un poco, ¿verdad?
– Guillermo, ¿podré ayudar a echarles de comer?
Guillermo, ¿podré darme un paseo encima de uno de ellos, gratis?
– Ya veremos –prometió Guillermo con condescendencia. Y remedando la fraseología de las personas mayores, agregó-: Cuando llegue el momento ya veré lo que puedo hacer.
La trasgresión atraviesa todos los relatos de la saga. Por ejemplo, el nombre de la pandilla de Guillermo obedece a la imitación que estos pretenden realizar de unas figuras legendarias muy celebradas en Inglaterra –y en general en todos los países de habla inglesa- por las canciones que han glorificado sus hazañas. En efecto, los Outlaws (“Proscritos”) figuraron especialmente en los días caballerescos de Ricardo I de Inglaterra (Ricardo Corazón de León) y de Robinn Hood[1]. También, la constante alusión a la literatura y cultura clásicas aluden a cierta trasgresión en el abordaje intertextual de estos relatos, puesto que no hay reparo en cuanto al lector real, sino, al contrario, el narrador lo instala como una exigencia.
La influencia que ha ejercido este pequeño héroe sobre sus lectores no ha sido poca. En 2001, la editorial Reino de Redonda realizó la traducción y publicación de la novela La morada maligna (1928) y la colección de cuentos, Bruma (1926), ambos de la autoría de Crompton y dirigidos al público adulto. Al respecto, Javier Marías, propietario de dicha editorial, dice que la publicación de estas obras significó para él saldar una vieja deuda con esta escritora porque fue ella, a través de Guillermo Brown, quien lo impulsó a escribir.
Quienes también confiesan haber caído rendidos ante la rebeldía y encanto del “proscrito”, son: el poeta Alberto de Cuenca, el músico y compositor Pancho Varona, el cantante inglés y miembro de The Beatles, John Lennon y el filósofo Fernando Savater. Philip Norman, biógrafo de Lennon, señala encontrar varios paralelismos entre la vida de este y las escenas de la vida de Guillermo, sobre todo, en aspectos relacionados con los vínculos amicales, el despliegue de un lenguaje particular en su círculo íntimo al mismo estilo de “Los Proscritos”, su indudable catadura de líder carismático, entre otros.
Por su parte, el filósofo Fernando Savater le dedica, al pequeño aventurero, el capítulo VI de su libro La infancia recuperada. En parte de este apunta:
… A los demás se les puede releer, se les puede cariñosamente desmitificar, se puede volver sobre ellos de un modo u otro, por el pastiche afortunado o la recreación cinematográfica: pero Guillermo no necesita segunda vez, no hay que hacer esfuerzo alguno para mantener vivo su culto. Basta con haberle conocido a tiempo, cuando teníamos esos once años incorruptibles que él eterniza, para conservarle siempre sentado en la alfombra del alma, jugando con su escopeta de corchos o chupando pensativo una enorme barra de regaliz.
La vida y sus ironías no perdona ni a los más brillantes escritores ya que pareciera que la ironía de la pluma de esta autora inglesa se impregnó en las páginas de su propia vida. Sus afanes de reconocimiento, en la escena literaria, los había depositado en sus obras para adultos y desconfiaba plenamente del pequeño proscrito. No obstante, fue él quien la catapultó a la inmortalidad, pues su saga fue traducida a varios idiomas y se estima que se vendieron aproximadamente nueve millones de ejemplares en todo el mundo. Además, en 1980 se estrenó en España la serie de televisión Las aventuras de Guillermo, cuyo tema de apertura era interpretado por el grupo musical, Regaliz.
En este siglo, afortunadamente, Guillermo no nos ha abandonado. Desde 2002, Las travesuras de Guillermo forman parte de la propuesta de literatura infantil y juvenil del sello Loqueleo España de la editorial Santillana. Asimismo, a manera de hipertexto, las andanzas de Guillermo son la base de El libro de Guillermo, obra de la autoría de Carlos Fabretti con las ilustraciones del galardonado Jesús Gabán, publicada por Edelvives. Además, podemos acceder a los relatos de Crompton en estos enlace https://es.scribd.com/doc/132238027/Travesuras-de-Guillermo-Crompton-Richmal-pdfhttp://www.gutenberg.org/files/17125/17125-h/17125-h.htm
Finalmente, valga anotar que esta autora no escribió exprofesamente para los niños, sino que fueron estos quienes se apropiaron de las correrías del entrañable Guillermo y fue a partir de ese momento en que la llamada a la aventura se reafirmó como una de las rebeliones más genuinas de los pantalones cortos y el aroma del regaliz, como el más genuino aroma de la infancia.
[1] Crompton R. (2014). Las aventuras de Guillermo. Barcelona: RBA Molino.